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TELAR MEDIEVAL

TELAR INCA

TELAR ANTIGUO

​TEJIENDO EN SALTA, ARGENTINA

​TELAR ARTESANAL AFRICANO

Los primeros telares aparecen alrededor del 5.000 a.C.

En el grabado, un telar  egipcio vertical con lizos.

TELAR COREANO

TELAR COREANO

​TELAR BEREBERE

TELARES ORINTALES

TEJEDOR VASCO HILANDO EN LA RUECA- 1930

Gladys Tavera de Téllez

                                           Profesora e investigadora, Programa de Textiles

                                                                          Universidad de los Andes, Colombia


El universo textil andino

En el territorio que hoy se llama América, a la llegada de los españoles, no existían las fronteras políticas que hoy conocemos. Los pueblos precolombinos estuvieron estrechamente unidos entre sí en el tiempo y en la tradición cultural, y las migraciones indígenas dejaron una profunda huella en la evolución de los pueblos. Al mismo tiempo, el aprovechamiento de la pródiga naturaleza, se tradujo en una avanzada agricultura y en el uso de importantes recursos naturales al servicio de una organización política y social que llegarían a convertirse en algunas ocasiones, en verdaderas formas estatales.


El tejido ha estado por milenios relacionado con la mujer, no obstante la historia muestra cómo en algunas sociedades machistas su trabajo ha sido opacado, disminuido. Sin embargo existe en Colombia una comunidad indígena cié matriarcado como la Wayuu en el departamento de la Guajira, donde la mujer es valorada por su habilidad y destreza en el tejido.


Los tejidos andinos poseen rasgos similares, que pueden ser entendidos por el intenso comercio que existió entre los diferentes grupos indígenas: entre ellos fue notorio el intercambio de tejidos e innovaciones técnicas. La importancia del tejido no solo se fundamentó en la necesidad de cubrir el cuerpo dando identidad a cada ser, sino para delimitar espacios como en techos, paredes, puertas y pisos, para envolver a los muertos, para denotar rango, como moneda, premio, tributo, ofrenda, dote matrimonial y como trueque.


EL TEJIDO DE DIVERSIDAD DE FIBRAS FUE FACTOR IMPORTANTE QUE MODIFICÓ LA EXISTENCIA DE LAS POBLACIONES, SIENDO UTILIZADAS PRIMERO LAS MÁS DURAS Y SIN PROCESAR PARA LA CESTERÍA.


A diferencia de países como Perú, Bolivia y Ecuador, en Colombia, han sido pocos los hallazgos de tejidos precolombinos. En estos países no sólo se conocen estudios de los significados implícitos en los tejidos, sino de los conocimientos elaboradísimos que los integran, como son las técnicas que suponen su manufactura y en segundo plano, los contenidos culturales específicos que expresan sus simbolismos y por último, su refinada concepción estética.


Sin embargo, al hacer un estudio de nuestra arqueología textil, no podemos dejar de lado los importantes aportes de historiadores, artistas y antropólogos, lo que ha permitido reevaluar el arte precolombino en sus diferentes manifestaciones: orfebrería, alfarería, cerámica, estatuaria, escultura, pictografía, impresión en telas y tejido estructurado en diversidad de fibras, en la mayoría de los casos con alto grado de valor estético.


Bondades de la naturaleza


Colombia está considerada, en el ámbito mundial, como un país muy rico en recursos naturales, aunque su flora ha sido mejor aprovechada por los aborígenes quienes en todos los tiempos, han sido los autores de la domesticación de las plantas. El tejido de diversidad de fibras fue factor importante que modificó la existencia de las poblaciones, siendo utilizadas primero las más duras y sin procesar para la cestería. Más tarde, el tejido consiguió su refinamiento con fibras hiladas con el algodón, el fique y otras de tallo u hoja. En una etapa posterior llegaron a jugar un papel importante las fibras animales como la alpaca y otros camélidos donde se enriqueció el tejido con la mezcla de los colores naturales de la lana, cafés, habanos y amarillos.


Con las plantas tintóreas y la química intuitiva, se fue dando más color a las fibras, a la vez que se hizo más refinado complejo el tejido. Es en el antiguo Perú donde se encuentra mayor tecnología y eficiencia ligada la estética, mediante el decorado de cada pieza tejida individualmente con un fin y función específica.


Progresos del tejido


Urdimbre y trama, los dos elementos básicos que forman la tela, eran manejados hábilmente sosteniendo las fibras en un marco de madera formado básicamente por cuatro varas unidas en ángulo recto. Se utilizaba algunas veces en posición vertical apoyado en un muro, otras horizontal a nivel del piso y otras, oblicuo como el caso del telar de cintura. Estos telares ayudados por otros elementos igualmente simples, como varas separadoras, golpeadores, o varas de lisos, dieron como resultado la mayor gama de técnicas encontradas en los más antiguos pueblos tejedores en el mundo. Nuestros antepasados no tejieron metraje para confeccionar sino que cada pieza salía del telar, terminada en su totalidad; este factor fue característica general en todo el continente americano.


En las piezas tejidas, se encuentran diferencias no sólo en su forma, sino en su función y más tarde en su contenido expresivo y simbólico, por lo cual es posible analizar, mediante un profundo estudio de sus contenidos, las variantes de cada cultura.


Para la comprensión del universo del tejido, es posible establecer tres grupos diferentes: el primero compuesto por la vestimenta con el sombrero, las mantas, las ruanas, los anacos, los pantalones y las fajas. El segundo, por los enseres, como la hamaca, la cobija, la alfombra, las esteras, los canastos v las mochilas. Y por último, los aperos, las alforjas, y las gualdrapas e igualmente las redes de pescar.


La belleza de los textiles andinos fue valorada por los conquistadores, quienes admirando su calidad, enviaron muestras a la corte española como regalo de gran estimación.


LOS TEJIDOS ARQUEOLÓGICOS MÁS DESTACADOS HAN SIDO RECOPILADOS POR EL MUSEO DEL ORO, EL MUSEO NACIONAL DE BOGOTÁ, EL MUSEO CASA DE BOLÍVAR EN BUCARAMANGA Y POR COLECCIONISTAS PARTICULARES.


Arqueología y tejido


En Colombia son diversas las regiones donde se han encontrado vestigios de tejidos. La principal zona textil del país se encuentra al sur de Nariño habitada por los Pastos; siguiendo hacia el norte, aparece la cultura Quimbaya en los departamentos del Viejo Caldas y sur de Antioquia; hacia el oriente, la zona Muisca y Guane que comprende los territorios de Cundinamarca, Boyacá y Santander. Por último, al norte, la zona Sinú en los departamentos de Córdoba y Sucre. Sin embargo, son relativamente pocos los textiles que han llegado a los museos o colecciones particulares. Como primer factor que ha impedido la conservación de tejidos en Colombia, ha sido la humedad del suelo, además, la mayoría han sido encontrados por guaqueros quienes, en principio han ignorado su verdadero valor.


La evidencia de estas zonas como pueblo de tejedores esta dada por los hallazgos de mantas y fragmentos de variados tejidos hechos en telar, a mano, o con aguja. I lanado encontrados en enterramientos junto con cerámica, alfarería v orfebrería y es allí mismo también, donde las técnicas foráneas en los últimos siglos han reemplazado las tradicionales de manera parcial o total.


Los tejidos arqueológicos más destacados han sido recopilados por el Museo del Oro, el Museo Nacional de Bogotá, II Museo Casa de Bolívar en Bucaramanga y por coleccionistas particulares. Algunos han sido enviados al Instituto de Antropología de Londres para su análisis. El montaje y posterior exhibición han sido encargados a expertos restauradores. Los estudios técnicos y estéticos, han sido realizados por antropólogos y expertas diseñadoras textiles.


En las zonas Muisca y Guane, debido a la sequedad del suelo, se han podido recuperar mantas, gorros, monteras, fajas o fragmentos de las mismas. Estos objetos han sido admirados por la compleja estructura de sus tejidos y por la habilidad de los pintores de mantas para utilizar pinturas espesas aplicadas con gran precisión.


La calidad de los hilos y de las piezas textiles encontrados en las regiones de Cundinamarca, Boyacá y Santander, evidencia que el algodón ocupó un lugar destacado en las sociedades precolombinas. Otra de las fibras importantes entre los tejidos muiscas y guane es el fique, planta originaria de América tropical, que ha estado siempre ligada con la vida campesina colombiana. Al contrario del algodón, el fique no estuvo relacionado al uso personal, pero sí a la elaboración de productos que todavía hoy perduran como cordelaría, aperos, y gran variedad de mochilas. Una tercera fibra utilizada fue el cabello humano, hilado para la manufactura de admirables gorros hechos con tejido de aguja.


En la zona del sur de Nariño, los tejidos fueron encontrados en enterramientos profundos y sus técnicas son bien distintas a las realizadas por los diferentes pueblos indígenas que habitaron Colombia. La mayoría de los textiles hallados en el altiplano nariñense proceden de la región de Miraflores y de El Cuntum, los cuales fueron encontrados al lado de objetos en cerámica y de gran cantidad de adornos en oro y tumbaga. Estos vestigios arqueológicos demuestran su alto grado de desarrollo y especialización.


Es posible pensar que los antepasados nariñenses tuvieron gran habilidad tanto para el tejido de telas como de objetos que sirvieron para la carga y almacenamiento de alimentos y otros enseres de uso cotidiano. En el mismo cementerio de Miraflores, por ejemplo, fue encontrado un fragmento de canasto en lámina de tumbaga dorada, tejido en diagonal asargado.
En cuanto a los colores, no presenta la textilería de Nariño gran gama, aunque sí una alta calidad y solidez de los colorantes, tal vez por el hábil uso de mordentados para fijar y desarrollar el color en la fibra.


Al observar las telas que posee el Museo del Oro cié Bogotá, es posible distinguir más de una técnica de gran complejidad aplicada en un misma pieza textil, lo cual no es frecuente en estas piezas del área andina. Después de analizar los tejidos se ha comprobado que las técnicas de urdimbre y trama discontinua llamada también técnica de andamio, fueron trabajadas en combinación con la tradicional técnica de tapicería, característica de cara de trama. Otra combinación interesante es la sarga o tejido diagonal con la tapicería.


De la zona arqueológica Sinú se conoce un bello e interesante fragmento de manta, aunque existe el interrogante sobre su origen, pues sus características son muy similares a las telas guane. Esto es posible dado el intenso comercio de mantas que existió en los pueblos andinos.


Respecto a los Quimbaya, los primeros cronistas españoles relatan sus destrezas en el tejido sin encontrarse hasta el momento más evidencia que los torteros o volantes de huso preservados por la calidad de sus materiales como piedra y cerámica.


Tradición textilera


Al comparar la tradición del tejido con la orfebrería, podemos comprobar que ésta última desapareció a la llegada de los españoles. La actividad textil, en cambio ha perdurado hasta nuestros días. En la actualidad, algunos de los artesanos aún conservan técnicas utilizadas por sus antepasados precolombinos.


Durante la Conquista, los españoles encontraron que a lo largo de los Andes, los indígenas se dedicaban a la agricultura y sus mujeres al hilado del algodón y de la cabuya. "Hilan las indias no solamente en sus casas, sino también cuando andan afuera de ellas, ora estén paradas, ora vayan andando, que como no lleven las manos ocupadas, no les es impedimento el andar para que dejen de ir hilando, como van las que encontramos por las calles".[1]


Con los españoles llegaron las ovejas y con ellas la lana, de gran utilidad, especialmente en las regiones altas y frías. El algodón fue poco a poco desplazado por la lana. El telar horizontal traído por los españoles fue asimilado por las tejedoras de mantas, pero utilizando en el telar más mano de obra masculina, lo cual agilizó el tejido, quedando para la mujer la hechura de sombreros, mochilas, cestos y esteras, o para dar el terminado a piezas más pequeñas, como ruanas, chalinas, pañolones, fajas y cobijas.


El siglo XVII y mitad del XVIII constituyeron épocas de oro de los artesanos en la Nueva Granada, al darse a conocer los obrajes, talleres donde maestros por lo general españoles, formaron grupos de aprendices y ayudantes. Sin embargo, con la apertura económica y la llegada de productos europeos manufacturados, el estancamiento de nuestra industria fue notorio.


En 1820 se establecieron varias pequeñas industrias, entre otras, la de lienzos de algodón y sombreros de fieltro, que luego de la guerra civil de 1840 - 41, perdieron impulso. A finales del siglo XIX, hubo un gran movimiento que tendió a tecnificar el arte textil, sacándolo del nivel doméstico y rural; de allí nació la poderosa industria textilera que hoy caracteriza a la nación en el panorama económico latinoamericano.


AL COMPARAR LA TRADICIÓN DEL TEJIDO CON LA ORFEBRERÍA, PODEMOS COMPROBAR QUE ÉSTA ÚLTIMA DESAPARECIÓ A LA LLEGADA DE LOS ESPAÑOLES. LA ACTIVIDAD TEXTIL, EN CAMBIO HA PERDURADO HASTA NUESTROS DÍAS.


La mujer y el oficio textil


A partir de 1985, las entidades gubernamentales e instituciones de fomento hacen énfasis en la participación cada vez más activa de la mujer con la ejecución de proyectos ambientales y de desarrollo comunitario, concientización, organización, capacitación y participación de las familias campesinas y urbanas. El fomento de ganado ovino, el mejoramiento de las razas, conjuntamente con el procesamiento de la lana, traen beneficios en el reconocimiento de la mujer como ser productivo al interior de la unidad familiar.


En los proyectos de conservación como los de reforestación y agroindustriales, es cada vez más significativa la participación de la mujer, quien forma parte de los cuadros directivos y de gerencia de las organizaciones veredales.


Allí ella aprovecha las habilidades manuales ancestrales para fomentar las técnicas de hilado, procesamiento de la lana y la producción de tejidos a nivel artesanal o de mediana industria, donde la tecnología a pesar de ser relativamente simple, generalmente posee un alto grado de eficiencia y calidad.


EL SIGLO XVII Y MITAD DEL XVIII CONSTITUYERON ÉPOCAS DE ORO DE LOS ARTESANOS EN LA NUEVA GRANADA


Un claro ejemplo de este proceso de cambio social es aquel que a partir de 1988, como parte del Proyecto de Sustitución del Cultivo de Coca en el Sur del Departamento del Cauca, se inició con el trabajo conjunto entre la Organización de Naciones Unidas, Artesanías de Colombia y otras entidades, buscando plantear alternativas de trabajo y crear fuentes de ingreso para los habitantes de la zona, afectados por las condiciones económicas, sociales y culturales dominantes.


Cundinamarca, Boyacá y Santander, el sur del Cauca y el norte de Nariño, son departamentos donde se observa que el tejido artesanal continúa en pueblos con una profunda tradición ancestral y donde se conserva el proceso textil en manos de las mujeres, pasando de generación en generación. En las últimas décadas se hace un nuevo planteamiento del tejido, ya no sólo para la utilización familiar sino como fuente de ingreso extra. Las mujeres expertas enseñan a las novatas, que luego son asesoradas por un equipo de diseñadoras textiles conscientes del valor y calidad de estos tejidos y en continuo diálogo artesano diseñador, elaboran propuestas de productos desarrollados que se ajustan más a las exigencias del mundo contemporáneo.


El proyecto se desarrolla mediante el rescate de procesos tecnológicos en peligro de extinción, organización de la comunidad y al mismo tiempo, la reactivación del uso de fibras naturales como el algodón, la lana y el fique.


El oficio del tejido se encuentra arraigado en la vida nacional colombiana. En las sociedades campesinas e indígenas perdura esta actividad para suplir necesidades domésticas y en la actividad artesanal, como aporte económico. Los departamentos de Nariño y Boyacá se han constituido en regiones donde permanecen las formas autóctonas del tejido como elemento de su economía y expresión cultural más arraigada.


Artesanías de Colombia, organismo del Estado responsable de la tarea de fomento y desarrollo, ha liderado un proceso encaminado a fortalecer la unidad productiva artesanal, indígena, rural y urbana. Entre sus acciones otorga anualmente la Medalla de la Maestría Artesanal a maestros artífices destacados por la laboriosidad y creatividad y por su reconocida trayectoria


Después de un balance del último evento, Medalla de la Maestría Artesanal, realizado desde 1978, se ha visto destacada la labor femenina con mayor énfasis en el arte del tejido y la cestería. Encarnación Cala, tejedora de lienzo de la tierra en Charalá, Santander, fue ganadora de una medalla en 1992. Encarnación es quizás una de las últimas herederas de esta tradición que se desarrolló en Charalá en el siglo XVIII y se conserva hasta hoy. Su madre fue su primera maestra "aprendí echando a pique...pero uno agradece que le hubieran enseñado a ser mujer" afirmó la artesana, cuando viajó a Bogotá para recibir la medalla.


La asimilación del cambio


En el altiplano cundiboyacense los españoles introdujeron la lana de oveja y el telar de pedales, permitiendo conservar hasta el presente, características de los tejidos precolombinos. Hoy todavía perdura el sistema de hacer el hilo; en algunas regiones las mujeres van por el camino llevando el oficio. La rueca de pedal europea fue introducida al país hace pocos años y en algunos casos no ha sido aceptada porque para ser utilizada es necesario estar sentado, en cambio el palo de huso puede llevarse fácilmente de un lado a otro como cuando cuidan del rebaño.


En San Jacinto y Morroa, el tejido de hamacas como herencia textil del Sinú, mantiene las características descritas por los cronistas en cuanto a técnica, no así en sus materiales pues compran en el comercio hilazas industriales de vistosos colores. En la Guajira, sé mezclan las actividades ancestrales con las enseñanzas de técnicas foráneas, con asimilación admirable del color. La mujer siempre tiene un oficio entre las manos, saber tejer es la herencia que dejan las madres a sus hijas
Los logros ancestrales están tan fuertemente arraigados en nuestro país que el oficio del tejido es llevado como una necesidad, una costumbre y una manera de ocupar el tiempo. Es lo cotidiano, una labor que no puede detenerse, es una ayuda que facilita ganarse el sustento.


Estas razones son suficientes para la rehabilitación de zonas campesinas y urbanas, y hacer conocer las tradiciones trabajando por adquirir cada día más información de nuestro pasado y profundizar en sus valores tanto artísticos como técnicos.


NOTAS


[1] Cobo, Bernardo. Historia del Nuevo Mundo, 1653. Madrid, Atlas, 1956. Cap. XI, pág. 258


​BIBLIOGRAFÍA

  • Cárdale De Schrimpff, Marianne. "Textiles Arqueológicos de Nariño", Revista Colombiana de Antropología. Bogotá, Vol. XXU977-1978.
  • Chávez Mendoza, Alvaro. Guangas y Zingas. Bogotá, Artesanías de Colombia, 1991.
  • Stierlin, Henry. Nazca, La solución de un enigma arqueológico. Barcelona, Planeta, 1985.
  • Solano, Pablo. Artesanía Boyacense. Bogotá, Artesanías de Colombia, 1974.
  • Tavera de Téllez,Gladys, y Urbina Caicedo, Carmen. Textiles de las Culturas Muisca y Guane. Bogotá, Textiles y Artes Plásticas, Universidad de los Andes. 1991.

Tejido Precolombino,

inicio de la actividad femenina

TELAR ARTESANAL  DE PEDALES

IMAGEN DEL DISEÑO DE LA WEB: TEJEDOR AL TELAR DE ​​- VINCENT VAN GOGH - 1884 ​​​​​- ​ÓLEO SOBRE LIENZO​​

Van Gogh, en el colmo de la desilusión por el final de su carrera de predicador, recorrió a pie casi setenta kilómetros para ir a Courrières y así conocer al pintor Jules Bretón, particularmente admirado por él y uno de los paisajistas de Barbizon. Desanimado por el aspecto ordenado y burgués de la casa del artista, renunció a conocerlo, pero su viaje tuvo un resultado inesperado. En el pueblo vio multitud de tejedores y le impresionó la relación entre las grandes máquinas y los hombres que trabajaban. De estas primeras observaciones se derivaría, al cabo de varios años, una larga serie de dibujos y pinturas. Llegó a escribir "Los he visto tejer por la tarde a la luz de una lámpara, que crea unos efectos que recuerdan a Rembrandt". En este lienzo, aunque iluminado por la luz del día, se percibe que se ha tenido presente al gran pintor holandés en el acorde cromático de amarillo y marrón y en los efectos de sombra que se insinúan en las diferentes partes de la maquinaria. El artista ve un significado positivo en el connubio productivo entre hombre y máquina, mutuamente necesarios, hasta el punto de que el tejedor, relegado al fondo del cuadro, tiene un papel menor y el verdadero protagonista es el propio telar.

M E N Ú

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