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POR: EMILIA CORTES MORENO


El tejido precolombino colombiano tuvo uno de sus grandes centros de desarrollo en el altiplano oriental, entre los guanes de Santander y los muiscas de Cundinamarca y Boyacá. El medio ambiente y la geografía de estas regiones han favorecido la preservación de los textiles y se han hecho varios hallazgos documentados dentro de cuevas secas, principalmente en la región de la Mesa de los Santos. Los textiles muiscas desafortunadamente son más escasos y en su mayoría han llegado hasta nuestros museos sin documentación respecto a su hallazgo; algunos vienen de cuevas en los páramos y tal vez de santuarios según relatos de cronistas y datos de archivo; según esas fuentes, las mantas muiscas eran de tres clases:


- Mantas "de la marca". Utilizadas por personas de alto rango, eran cuadradas, medían "dos varas y sesma (1/6)". Bien tejidas, con algodón hilado muy fino, podían ser pintadas, blancas, coloradas (Pachacate) y negras; estas últimas posiblemente las vistieron los sacerdotes.


- Mantas buenas, similares a las "de la marca", según se deduce de los documentos que las mencionan.


- Mantas chingamanales, llamadas también chinas o comunes, eran más pequeñas y utilizadas por los indios comunes; la elaboración de la fibra era descuidada pues el hilo estaba mal torcido y la técnica de manufactura o tejido no era la mejor.


Los tejidos muiscas ocupan un lugar importante entre los textiles precolombinos colombianos y, sus mantas pintadas, un lugar único y relevante entre los de la región andina.


Los muiscas emplearon para tejer fibras vegetales como el algodón y el fique o henequén el primero lo usaron principalmente para la fabricación de mantas y el segundo para cuerdas y mochilas. En el proceso del hilado para la elaboración de la fibra, utilizaron husos cuyos volantes eran de piedra, generalmente oscura, con diseños incisos geométricos o zoomorfos (Silva, 19) con los que produjeron hilos muy finos, resistentes y de excelente calidad.

A lo largo de todos los Andes Suramericanos, desde la época precolombina se han hilado fibras blandas y suaves como el algodón y la lana de camélido americano1 con la ayuda de volantes de huso de formas similares; esta tradición aún permanece en las comunidades indígenas y campesinas de Colombia, Ecuador, Perú, Bolivia y Chile.


Los muiscas, al igual que los otros pueblos de la región andina, desarrollaron la tintorería, y, para darle color a sus mantas, usaron colorantes y pigmentos naturales de origen vegetal y mineral con los cuales obtuvieron una gama variada de colores.

Los más comunes en las mantas pintadas encontradas hasta el momento son: el marrón oscuro probablemente obtenido de sangre de animales y gamón (dianella rubia) más lejía; varios tonos de verde logrados posiblemente con hojas de chilco o chilca (Baccharis Latifolia R. etc. P. Pers.) con bejuco, yemas de árbol de caraote (Caraota Phaseolus vulgaris Var.) o con la mezcla de distintos tonos de azul con amarillo, el primero extraído de las flores de curubo y papa (Passiflora sp. y Solanum andigenum), ramas de ubilla (cestrum tintorium) más mordientes2; pepas de agua cate (Persea americana Var. drimifolia Cham. etc. Schlecht, Blake), Añil (Indigofera suffruticosa Mill.), frutas maduras de jagua o jigua llamado virolín en Santander del Sur (Familia de las rubiaceas, género de Genipa americana L.), frutas de sabuco3 y tierra azul de Siachoque; el amarillo conseguido con la raíz de lengua de vaca (Rumex obtusifolia), el espino llamado moral (rubus sp.), fruta del achiote o semilla de la bija (Bixa orellana L.), tierra amarilla de Soracá, hojas de morcate3, raíces del azafrán (Escoberia grandiflora L. F. Kuntze), flores y frutas de gramole2 y moral revuelto con tierra (Rubus sp.). El rojo también se encuentra pero es muy poco; este lo obtuvieron tal vez del cactus espinoso o tunas (opuntia bonblandii H. B. K. Webb) infectado con grana y cochinilla (Pseudoccoccus sp.), hojas de bija chica (Arrabidaea chica, Bignoniacea), cáscaras de enano3, hojas de punta de lanza (visminia sp.), frutas de gamón o cucla3 (dianella dubia), frutas de caraote (Caraota Phaseolus vulgaris var.), barbas de piedra -líquenes como (Usnea, Cladonia, sp. Parmelia sp.) y óxidos de tierra roja de Suta (Boyacá). Los colores debían ser fijados con tanino4 o lejía5 y productos mordientes2 que podían ser el guarapo de aguacate, pequeñas cantidades de cal apagada, dividivi (Caesalpina spinoza (Molina) Kuntze), naranja agria (Citrus aurantium L.) penca Sabila (Aloevera L. "Sábila"), barro cocido, corteza de aliso (Alnus Jorullensis var. Ferruginea (H. B. K.) Kuntze) orines, lejías de ciertas maderas muy ricas en tanino mezcladas con yerbabuena (menta popirita var. Crispa L.). Sumergían las telas en barro, fermentándolas para obtener un negro muy acentuado, y mezclaban colores para lograr gradaciones especia les, cuentan los cronistas según datos de varios historiadores. (Triana, 1922: págs. 115-116. Carvajal, 1940 págs. 3 18-325. Duque Gómez, 1967: págs. 595-598 y Acevedo, 1971: pág. 17).


En las mantas, introdujeron hilos de urdimbre tinturados generalmente de color marrón oscuro formando rayas angostas las cuales en algunos casos limitaban el espacio donde se pintaba la tela.


Hasta el momento no existe el hallazgo arqueológico de un telar muisca y no se conoce ninguna cita de cronista al respecto. Una de las pocas referencias, es el famoso mito muisca de Bochica tan citado en las crónicas quien como dios civilizador llegó por el páramo de Chingaza montado en un extraño animal; venía a enseñar la moral, las ciencias y las artes; les enseñó a hilar algodón, a tejer mantas y les dejaba pintados los telares en las piedras para que no olvidaran lo que les había enseñado.

NOTAS


1 Llama, alpaca, vicuña o guanaco
2 Mordientes: son sustancias que fijan, reaccionan do con ciertos colorantes para formar compuestos insolubles sobre las fibras haciendo que el tinte sea más firme y permanente. Los mordientes son un metal en solución, o sea sales de aluminio (Al), cromo (Cr), cobre (Cu), hierro (Fe) y estaño (Sn).
3 Como los nombres vulgares de nuestras plan tas varían tanto de una región a otra y además no solamente se refieren a una sola especie sino que a veces comprenden varias, no pocas de esta lista se hace imposible hacer referencia a un nombre científico.
4 Tanino: Sustancia vegetal astringente que sirve de colorante y fijador al mismo tiempo, tintura colores oscuros.
5 Lejía: Es un agua alcalina para lavar donde se han disuelto una o varias sales, se obtiene cociendo cenizas.



TOMADO DE: Biblioteca virtual, Biblioteca Luis Ángel Arango, Boletín Museo del Oro.No.27de1990

MANTAS MUISCAS

Textil Muisca decorado con pintura directa en la parte central y pintura de reserva en los diseños circulares. T.M. 17, Museo del Oro - Boya

MANTAS MUISCAS

Tejedor de Ruanas en Cali, Provincia de Buenaventura. Imagen de la Comisión Corográfica

IMAGEN DEL DISEÑO DE LA WEB: TEJEDOR AL TELAR DE ​​- VINCENT VAN GOGH - 1884 ​​​​​- ​ÓLEO SOBRE LIENZO​​

Van Gogh, en el colmo de la desilusión por el final de su carrera de predicador, recorrió a pie casi setenta kilómetros para ir a Courrières y así conocer al pintor Jules Bretón, particularmente admirado por él y uno de los paisajistas de Barbizon. Desanimado por el aspecto ordenado y burgués de la casa del artista, renunció a conocerlo, pero su viaje tuvo un resultado inesperado. En el pueblo vio multitud de tejedores y le impresionó la relación entre las grandes máquinas y los hombres que trabajaban. De estas primeras observaciones se derivaría, al cabo de varios años, una larga serie de dibujos y pinturas. Llegó a escribir "Los he visto tejer por la tarde a la luz de una lámpara, que crea unos efectos que recuerdan a Rembrandt". En este lienzo, aunque iluminado por la luz del día, se percibe que se ha tenido presente al gran pintor holandés en el acorde cromático de amarillo y marrón y en los efectos de sombra que se insinúan en las diferentes partes de la maquinaria. El artista ve un significado positivo en el connubio productivo entre hombre y máquina, mutuamente necesarios, hasta el punto de que el tejedor, relegado al fondo del cuadro, tiene un papel menor y el verdadero protagonista es el propio telar.

M E N Ú

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